domingo, 13 de febrero de 2011

Yo escucho música, ¿en verdad la escucho?, sí, no puedo contar cómo con exactitud, a veces la siento en el aire,siento como si trepara por mi piel hasta mis oídos, produciendo en su recorrido millares de sensaciones de las que solo llego a recordar algunas...

¿Qué música escucho?, pregunta forzada talvez, en mi caso pregunta que me paraliza, me deja pensado en una probable lista de grupos, bandas, géneros, territorios comunes, pero a estás alturas no es algo que se pueda responder íntegramente en una conversación.

No es estratosférica la lista de todas las bandas, compositores, intérpretes, géneros, etc. que he escuchado (siempre queda algo por descubrir) y ahí entra otra noción: el gusto, la fascinación, el asombro, el placer, el éxtasis.... la cercanía le llamaría yo, lo que sientes. lo que piensas, lo que logras percibir, descifrar, disfrutar... algo delicioso.

Yo no me siento comprometido con ningún género musical, (para empezar tendría que hablar de cómo me llevo con eso de los géneros musicales, probablemente lo haré en alguna entrada pero no ahora), no estoy casado con ninguno de ellos, soy promiscuo en ese aspecto, es algo que disfruto y que he aprendido a usar a mi favor. Me permito disfrutar de un exquisito jazz de Coltrane sin tener que rendir cuentas o sentir que estoy ofendiendo a alguna otra canción que no escuché por estar metido en Coltrane (algo así como con los libros).

Escucho Black Metal (Life Eternal es un opiáceo para mi), escucho Progresivo (Any color you like me produce escalofríos de placer), son un despeñado en La Barranca, enardezco con Therion, con Radiohead me siento humano, la trova me invita a la acción, la música tradicional de la India, los ritmos tribales, la música prehispánica y de otras culturas milenarias, lo que llaman música clásica, tanta música... es tanta la música y tan corta la vida si a esto le añadimos los libros que te gustaría leer, las bocas que te gustaría besar, los paisajes que te gustaría mirar, las películas que te gustaría ver...

Lo que se podría y lo que se ha escrito sobre la música, desde sus procesos dentro de ti hasta su uso terapéutico, experiencias personales, presencia en la naturaleza, fenómenos sociales, cultura, estructura matemática, etc, etc. es la prueba de qué tanto forma parte de nuestra existencia.

Por eso sin prejuicios hay que escucharla, sin preconcepciones, o como usted quiera, escuchar música es un proceso, un deleite, una manera de aprender sobre otras culturas, sobre otros tiempos, es tantas cosas escuchar la música porque la música es tantas cosas.







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